POR QUé ROBERT TOWNE FUE EL GUIONISTA CLAVE DEL NUEVO HOLLYWOOD

Otro que se va. La muerte de Robert Towne, guionista, actor y director fallecido en Los Ángeles a los 89 años, supone el enésimo adiós a un representante del 'Nuevo Hollywood', esa grey de cineastas que aspiró a cambiar la Meca del cine durante los años 70, dejándonos algunas películas extraordinarias y un anecdotario no menos jugoso.

Además de por el impresionante reguero de filmes en los que trabajó (muchos de los cuales no contaron con su firma en los créditos), Towne resulta un ejemplar prototípico de aquella generación por su trayectoria profesional y personal. Y también por una actitud insobornable, por no decir egocéntrica, que le llevó a protagonizar mil y una batallas en los despachos.

¿Quién fue Robert Towne?

Nacido en Los Ángeles en 1934, con el nombre de Robert Bertram Schwartz, Towne dio sus primeros pasos en el cine cuando era compañero de piso de un aspirante a actor llamado Jack Nicholson. Al igual que su amigo, recibió su primera oportunidad de manos de un Roger Corman siempre en busca de talentos jóvenes, originales... y dispuestos a cobrar poco.

Además de escribir libretos como La última mujer sobre la Tierra y La tumba de Ligeia para el rey de la serie B, el guionista trabajó en series de TV como Más allá del límite, El agente de CIPOL y The Lloyd Bridges Show. En 1967, Warren Beatty le llamó para que echara una mano (sin acreditar) con el guion de Bonnie y Clyde, la película de Arthur Penn considerada como detonador de la revolución que entonces se gestaba en Hollywood.

Con o sin su nombre en los créditos, Towne dejó su huella en películas tales que Villa cabalga (1968), Aquellos años (1971, dirigida por Jack Nicholson) y Los vividores (1971). Trabajos que le llevaron a curtirse dentro de la industria, y también a vivir encendidas broncas con figuras capitales de la época como el productor Robert Evans y el director Robert Altman.

En 1972, Francis Ford Coppola contó con él para pulir el guion de El padrino. Al año siguiente, ya plenamente acreditado, Towne firmó el guion de El último deber, dramedia dirigida por Hal Ashby que le granjeó una nominación al Oscar pese a haber sembrado el escándalo por lo crudo de su lenguaje y su tema antibélico.

Su Oscar por 'Chinatown' y su caída en desgracia

El primer y único Oscar de Robert Towne llegaría con Chinatown (1975), la película dirigida por Roman Polanski y protagonizada por Nicholson que marcaría su carrera a partir de entonces. Otros momentos capitales fueron la colaboración con Paul y Leonard Schrader en Yakuza (Sydney Pollack, 1974) y, de nuevo con Hal Ashby y Warren Beatty, en Shampoo (1975), cinta cuyo guion había escrito y revisado durante ocho años.

En 1982, cuando el Nuevo Hollywood ya caía en barrena, Towne se estrenó como director con La mejor marca, drama deportivo que fue aclamado por la crítica pero fracasó en taquilla. Greystoke (1984), una revisión del mito de Tarzán, fue su proyecto más ambicioso, pero también la fuente de muchos sinsabores: tras haberse quedado sin dirigir la película, Towne firmó el libreto con el nombre de su perro, P. H. Vazak, convirtiéndole en el primer can nominado al Oscar como guionista.

Tras haber pasado los 80 aceptando trabajos mercenarios y sin acreditar (entre ellos, Frenético, de nuevo para Polanski), Towne se enemistó con Jack Nicholson debido a Los dos Jakes, continuación de Chinatown que debería haber funcionado como segunda entrega de una trilogía sobre el detective Jake Gittes y la historia oculta de Los Ángeles. Tras la bronca de rigor, el actor se encargó de dirigir la cinta, que resultó un sonado fiasco.

Sin embargo, Towne encontró un aliado en la persona de Tom Cruise. Tras haber trabajado con él en Días de trueno (1990), el actor contó con su talento en La tapadera (1993) y las dos primeras entregas de Misión: Imposible.

Aunque ninguno de sus trabajos posteriores rayó a la altura de sus obras maestras, Towne gozó al menos del debido reconocimiento durante sus últimos años. En 2002, logró firmar como guionista y director Pregúntale al polvo, adaptación de la novela de John Fante que siempre había soñado con llevar al cine. En 2013 ejerció de asesor en la última temporada de Mad Men. Antes de morir, trabajó con David Fincher en una serie precuela de Chinatown para Netflix.

Altivo, indeciso, con una carrera que se asemeja más bien a un combate interminable, Robert Towne representó a una especie que parece haberse extinguido en la jungla del cine mainstream. Nos deja su obra, y también uno de los mejores consejos que puede recibir todo escritor de cine: "Un buen guion se lee como si te estuvieran contando una película que ya se ha rodado".

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