LOS ENEMIGOS DE MIS ENEMIGOS SON MIS AMIGOS

Las redes sociales han dejado variedad de ejemplos en los últimos días de cómo no hay pegamento más potente que el enemigo común. En el amor, los polos opuestos se atraen. En la política, la falta de química entre elementos aparentemente semejantes, incluso de la misma fila de la tabla, diluida en el caldo catalizador de la polarización, provoca reacciones llamativas, alianzas sorprendentes, odios repentinos. Pisamos tierras raras.

Experimento 1. Dos tribunales se pronuncian, con apenas unos días de diferencia, sobre unos hechos similares. Lo hacen en sentido contrario. La Sala Civil del Tribunal Supremo condena a Alvise Pérez al pago de 7.000 euros a Ana Pastor por publicar en sus redes unas imágenes de la periodista con su marido y otras personas. Según la sentencia, aceptar esa actitud “llevaría al absurdo de considerar de interés general la presencia de los integrantes de un matrimonio en cualquier contexto por el simple hecho de que ambos puedan ser considerados personajes públicos, lo que supondría en la práctica la privación de sus derechos a la intimidad familiar y a la propia imagen”. La titular del juzgado de lo penal 14 de Madrid, Belén Pérez Fuentes, absuelve a Miguel Frontera, quien acosó durante meses a Pablo Iglesias e Irene Montero en su casa, al entender que, siendo “altamente molesto” y capaz de alterar “la vida familiar y personal de cualquiera”, aquello no dejaban de ser “concentraciones políticas” que no se pueden desligar de “las decisiones del Gobierno”. Partidarios de Vox, que solía calentar sus mítines proyectando imágenes de Ana Pastor para abuchearla, airean en sus cuentas de X la condena a Alvise —ahora un competidor que, según la encuesta de 40dB., se lleva al 12% de sus votantes—, para, unos días después, festejar la absolución de Frontera. Los enemigos de mis enemigos son mis amigos.

Experimento 2. “Nunca pensé que diría esto”, admite en su cuenta de X Francisco Bernabé, miembro del consejo de dirección del PP en el Senado, antes de recomendar la lectura de la entrevista a Felipe González en Abc, donde el expresidente se despachaba contra Zapatero, Pedro Sánchez y la amnistía. No fue el único parlamentario popular que lo hizo, como subrayaban, escandalizados, otros diputados socialistas en la red —”Al suelo que vienen los nuestros”, decía Pío Cabanillas—. Varios tuiteros tiraron de hemeroteca para mostrar antiguas portadas del diario, cuando González era su enemigo público número 1: “El voto subsidiario y cautivo en Andalucía y Extremadura dio la victoria al PSOE” (junio de 1993, con una gran foto del socialista); “Los españoles, avergonzados de que González presida en nombre de España la Unión Europea (julio de 1995); Otra: “González se humilla ante Pujol y compromete los intereses generales de España para continuar en el poder” —esta, de agosto del mismo año, se contraponía con otra de 1996: “Aznar y Pujol: pacto para la gobernabilidad de España en los próximos cuatro años”—. Cuando las críticas se hacen en privado tienen una intención, y cuando se hacen en público, otra.

Experimento 3. Quizá el salto más llamativo, por haberse realizado este desde más altura, sea el del revisionista Pío Moa. En la misma cuenta de X donde ha justificado el golpe de Estado de 1936 y alabado lo que vino después, ahora defiende la democracia, la libertad de expresión y la de prensa (todas ellas eliminadas durante la dictadura). “Ilegalizar la fundación Franco es un delito contra la democracia y vulnera los artículos de la Constitución”, tuitea. La conversión es de aquella manera, porque mientras, le pide al Rey que “intervenga” y se rebele contra el Gobierno, pero también ha sido provocada por otro enemigo común, aunque lo llame de la misma manera: “Frente Popular”.

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