OCHO SíNTOMAS QUE NOS ADVIERTEN DE QUE ALGO NO VA BIEN Y DEBEMOS LLEVAR A NUESTRO PERRO AL VETERINARIO

Para el 92% de los españoles, la mascota es un miembro más de la familia, por lo que su salud suele ser una prioridad. Por eso, en el caso de los perros, es necesario estar atentos a los signos de alerta para garantizar su bienestar. Para ayudar a los titulares y convivientes con perros a identificar las señales comunes que se encuentran tras patologías más serias, Jerry Klein, el director veterinario del área metropolitana de Chicago, Estados Unidos, ha compartido en el blog del Kennel Club Americano (AKC) algunas recomendaciones esenciales para identificar las señales de advertencia que deberíamos interpretar como una visita obligatoria al veterinario.

En el caso de las emergencias evidentes, cualquier signo de colapso súbito, como desmayos, convulsiones, traumas físicos severos (por ejemplo, atropellos o caídas), o ingestión de sustancias tóxicas, requiere atención veterinaria inmediata y urgente. En estos casos, cada minuto cuenta para la recuperación del animal, por lo que es recomendable llamar para alertar de nuestra llegada mientras nos dirigimos hacia el centro veterinario.

1. Cambios en el apetito

Uno de los primeros signos de que algo puede estar mal con nuestro perro es un cambio en su apetito. Si el perro deja de comer de manera repentina, o si, por el contrario, muestra un aumento inusual de hambre, podría ser indicativo de problemas de salud. En el caso de los cambios en los hábitos alimenticios, el veterinario advierte que se deben considerar aspectos como la edad, la raza y el historial veterinario.

2. Sed excesiva

El consumo excesivo de agua puede tener múltiples causas y, en ocasiones, se trata de una reacción normal ante el calor ambiental o tras realizar una actividad física intensa. Pero una sed excesiva persistente (polidipsia) puede ser indicio de patologías subyacentes como enfermedades renales o diabetes.

3. Cambios en los ojos

La presencia de ojos enrojecidos, secreción inusual, lechosa o abundante y un aspecto borroso o vista nublada pueden ser indicativo de una infección ocular o de una lesión. Del mismo modo, si el perro muestra signos de escozor con parpadeo excesivo o rascado de los ojos, se trata de un motivo de preocupación que no debemos pasar por alto.

4. Vómitos

Es normal que los perros sufran de vez en cuando de malestar estomacal. Sin embargo, si los vómitos persisten, o hay presencia de sangre, es crucial buscar atención veterinaria. “Es menos preocupante que un perro vomite tres veces en diez minutos a que vomite tres veces en ocho horas”, señala el veterinario.

5. Cambios en las heces

Si se observan deposiciones secas y duras, o el animal muestra dificultad para excretar, puede ser indicio de problemas dietéticos, deshidratación u otra afección subyacente. Otros cambios a tener en cuenta incluyen la presencia de parásitos, sangre o moco en las heces, o si la diarrea persiste más de 24 horas. La combinación de vómitos y diarrea requiere comunicarse de inmediato con el veterinario.

6. Letargo o cambios en el comportamiento

En el caso de que un perro se muestre inusualmente letárgico, apático, o con cambios bruscos en su comportamiento, podemos estar ante otro signo de enfermedad. Si su fatiga o falta de interés en salir a pasear o jugar persiste más de dos días, es recomendable consultar con el veterinario.

7. Pérdida de peso

La pérdida de peso súbita en perros, incluso en el caso de que padezcan sobrepeso e independientemente de su tamaño, constituye un motivo de preocupación y una razón para pedir cita al veterinario. Si bien resulta complicado realizar un seguimiento preciso, se recomienda acudir al experto en salud animal si se aprecia una reducción ponderal de alrededor del 10% (es decir, alrededor de 1 kilo).

8. Arrastrar el trasero por el suelo

El ‘scotting’ es el movimiento que realizan los perros arrastrando sus traseros sobre el suelo. Si es un gesto puntual, puede estar rascándose, pero si este comportamiento aumenta, suele ser señal de que puede haber presencia de lombrices, obstrucción en los sacos anales o incluso una infección urinaria. Ante la duda, si un perro comienza a arrastrar su trasero repentinamente, mejor comunicarse con el veterinario.

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