LAS HISTORIAS DE GINA, RAYO, INDIA, TASS, BRANDO Y SARA, TODOS PERROS MESTIZOS: "LA RAZA NO ES RELEVANTE, EL CARIñO ES EL MISMO"

Los perros sin raza, conocidos como mestizos, mil leches e incluso "chuchos" ocupan las protectoras de animales y refugios en su mayoría (sin olvidarnos de los perros de razas consideradas potencialmente peligrosas o de los canes de razas dedicadas a la caza). Por lo tanto, no es de extrañar que, cada vez más, en los hogares convivamos con un perro sin raza.

Esta semana se celebraba el Día del perro sin raza (28 de mayo), que hace ya más de diez años impulsaba la periodista Melisa Tuya y este periódico (20minutos.es) con el fin de poner en valor a los mestizos, la "raza" más común en nuestros hogares y en las protectoras de animales.

Además, esta celebración también busca fomentar la adopción (siempre responsable) como la elección principal al incorporar un perro a la familia, siempre de manera meditada y responsable, al igual que se debe hacer en el caso de adquirir, mediante la compra, perros de raza.

En este contexto, nos hemos puesto en contacto con varias familias que, hace unos años (unos más y otros menos) decidieron incorporar a un mestizo en sus vidas y, tras el paso del tiempo, hacen una valoración de cómo ha sido su vida junto a estos peludos.

Rayo y Gina, los amores de Lucía Uguina

El momento de elegir adoptar a un perro puede darse en contextos muy diferentes. En el caso de Lucía Uguina, quién ahora convive con sus perros (ambos mestizos) Gina y Rayo, se dio en un momento complicado. "Acababa de fallecer mi abuela y mi madre estaba pasando por una depresión muy fuerte", relata. "Como siempre habíamos tenido un peludo en la familia, decidimos adoptar una perrita".

"Lo único que teníamos claro es que queríamos que fuera hembra y de uno o dos años, así que fuimos a la protectora y allí estaba, calladita y triste porque se acababan de llevar adoptado a su hermano de camada", agrega. "Nos enamorados de ella".

Las primeras semanas de Gina en casa no fueron fáciles para la familia, según cuenta Uguina. "Cuando por fin encajamos, un año más tarde, decidimos adoptar esta vez un macho", comenta. "Gina fue la que realmente eligió, poniéndose a jugar con Rayo en la protectora".

Muchas veces los perros negros son poco acogidos o adoptados y nosotros optamos por uno así

"No obstante, el peludo llegó con mucha ansiedad", cuenta Uguina. "Le vieron dos etólogos y le recetaron ansiolíticos, así que fueron meses complicados otra vez. De hecho, nos recomendaron devolverlo a la protectora porque era agresivo y muy difícil de manejar, pero mi madre se negó".

Con mucha paciencia (y sin medicación) la familia de Uguina logró que Rayo se convirtiera en "el terroncito de azúcar adorable que es hoy". "Ya son perros mayores, de once y diez años, pero son el corazón de nuestra casa", asegura.

A la hora de adoptar, tanto a Gina, como a Rayo, a Uguina y su familia les daba igual si el perro era de raza o no. "De hecho, muchas veces los perros negros son poco acogidos o adoptados y nosotros optamos por uno así (Rayo)", expresa. "La raza no es relevante, el cariño es el mismo con o sin pedigree".

Así, Gina y Rayo pasaron de vivir en un chenil, junto a decenas de perros ladrando a su alrededor, para vivir en un verdadero hogar. "Gina es la reina de la casa, tiene hasta un sillón para ella sola y está perdidamente enamorada de mi padre", describe Uguina. "Rayo es el niño de mis ojos: es noble, aunque gruñón, pero es el perro más juguetón y dulce del mundo".

"Aunque al principio la adaptación de ambos fue complicada (Gina por la ansiedad por separación y Rayo por la ansiedad en general), no cambiaría ni un minuto de esa dura época viéndolos ahora felices y llenos de amor", concluye.

India, el mestizo ideal para la familia de Sara Romón

Un perro adoptado (ya sea de raza o no) es un perro que viene con un pasado y, por este mismo motivo, podemos encontrarnos perros con miedos y un pasado muy oscuro. Este era el caso de India, que forma parte de la familia de Sara Romón desde hace poco más de un año.

"Ya convivíamos con Otto (un Border collie) y Thayson, un gato, pero habíamos hablado de tener en algún momento otro peludo, aunque sin decidirnos, hasta que la vimos a ella", relata Romón. "Apareció en una foto de Facebook, y cuanto más la mirábamos más la queríamos".

Solo tenía dos meses y medio y era evidente que había sido muy maltratada

Según le contaron desde la asociación Vaciando jaulas de Huelva, habían encontrando a India (entonces Bambi) junto a su hermano en un portal de la ciudad andaluza. "Parecía un cruce de Mastín con Pastor alemán o belga", comenta.

"Nos hicieron la entrevista por teléfono y nos dijeron que si la queríamos era nuestra", recuerda. "De repente, algo que se había planteado como una posibilidad de futuro estaba ahí y teníamos que decidir si la queríamos o no... Y sí, la queríamos".

Cuando la recogieron en el refugio estaba asustada y no se acercaba a nadie. "Era una perra que se hacía pis encima al ver a cualquier humano, con pánico a las personas, a cualquier voz un poco alta y a todos los gestos que pudieras hacer con las manos", describe Romón. "Solo tenía dos meses y medio y era evidente que había sido muy maltratada".

"Ahora es una cachorrona súper cariñosa, mimosa y achuchable", asegura su tutora. "Es una perra a la que le cuesta coger confianza pero que, una vez la tiene, es muy divertida. Por suerte, su adaptación fue bastante rápida, después de una primera noche un poco tensa empezó a jugar con Otto y Thayson y han seguido haciéndolo desde entonces".

En cuanto a valorar la raza del perro cuando ampliaron la familia, Romón explica que, en su caso, fue más importante buscar un cachorro que se pudiera adaptar a la familia. "Otto, nuestro Border collie, es un perro muy sensible con mucha demanda de actividad y era necesario que el perro que viniera pudiera seguirle el ritmo", comenta.

Es muy importante conocer las características de tu peludo para saber si estás capacitado para responder a sus necesidades antes de su adopción

"India apareció para dar respuesta a las opciones que estábamos barajando: yo quería un amastinado, algún tipo de Mastín, perro no tan enérgico y mi novio quería un perro más potente y adiestrable, más parecido a los Pastores belga", detalla. "India es un mix de ambas y reúne las mejores características de cada uno, es ágil y potente, pero también grande y resistente".

Por este motivo, Romón insiste en que no les importaba tanto si cogían un perro de raza o no. "Creemos que es muy importante, dentro de lo posible, conocer las características de tu peludo para saber si estás capacitado para responder a sus necesidades antes de su adopción, ya que no todos los humanos son aptos para todos los tipos de perro", concluye.

Simone y sus mestizos, una historia de apoyo y amor

Dicen que una vez convives con un perro es muy difícil no volver a hacerlo una vez tienes que despedirte y, también, ocurre lo mismo con las adopciones: una vez pasas por un refugio y te llevas a un peludo, raro es que no vuelvas en algún momento a por otro. Pero, ¿por qué? Porque, tal y como sus propios tutores dicen, los perros adoptados son los más agradecidos.

Esto le ocurrió a Simone Silva, que en una época muy difícil de su vida conoció lo que era el amor de un perro sin raza, en este caso, el de Tass. "Era una perrita mestiza negra de diez años que llevaba más de cinco en el refugio", recuerda. "La conocí en un evento de protectoras y fue amor a primera vista".

"Al mes de estar con nosotros le diagnosticaron una enfermedad cardíaca y nos dijeron que, como mucho, le quedaban dos años de vida pero, con controles, medicación, una buena dieta y paseos diarios estuvo a nuestro lado cinco años", cuenta.

En ese tiempo, a Silva le tocó trabajar durante la pandemia (ella es médico forense), una de las etapas más difíciles de su carrera. "Cuando llegaba a casa llorando Tass se tumbaba a mi lado y no se iba hasta que me veía sonreír", asegura. "Nos ayudó a sobrellevar aquellos momentos de tristeza de la pandemia a mí y al entonces mi marido, Dionisio".

Tras cruzar el arcoíris en febrero de 2023 y a pesar de las recomendaciones de esperar a pasar el duelo por su pérdida, Silva decidió adoptar otro perro. "Vi a Brando en Facebook, un perrito de tamaño pequeño y de once añitos de edad, mestizo de Pequinés", relata. "Estaba en Cádiz y yo en Barcelona haciendo un simulacro de examen de oposición, así que contratamos un transporte que, por un error, tuvo que posponerse".

"Pensar en lo duro que estaba siendo para él estar en el refugio me llevó a hablar con Dionisio (ya entonces exmarido pero mi mejor amigo) para ir en coche a recogerlo", cuenta. "Resultó ser un perro cariñoso y con mucha energía para la edad que tiene".

Estamos con un terapeuta que nos está ayudando a romper esos traumas y, poco a poco, ganar confianza

En aquella época de estudio de la oposición, Silva ponía la cama de Brando junto a su mesa de estudios y él se quedaba todo el tiempo tumbado, haciéndole compañía. "Y los días que estaba desanimada y me quedaba en el sofá, sin ganas de estudiar, Brando se paraba en la puerta de la habitación donde estudiaba hasta que me levantaba, como animándome a estudiar", asegura.

Por último, el pasado mes de octubre Silva conoció a Sara, una perrita mestiza negrita de tamaño mediano y diez años cuyo dueño había fallecido. "Hablé con el refugio para adoptarla si aprobaba la oposición (y seguía en adopción) y ha resultado ser la adopción más compleja, porque tiene muchos traumas y miedo a las personas", comenta Silva.

"Estamos con un terapeuta que nos está ayudando a romper esos traumas y, poco a poco, ganar confianza", añade. "Además, Dionisio me ayuda muchísimo a cuidar de los perros. Somos una familia diferente de las tradicionales pero llena de amor".

2024-06-01T07:57:41Z dg43tfdfdgfd