LA AMNISTíA IMPLICA CRUZAR EL RUBICóN

Fue amnistía por convivencia y nunca por investidura. Para algún día, activar el artículo 92, como escribimos tras el 23-J. Porque, de lo contrario, saldadas las cuentas tácticas, todos ya estarían en paz. ¿No? Pero… no lo están, ni en Madrid, ni en Barcelona ni en Waterloo, aunque disimulen. La moción de censura, los indultos, la amnistía, todo este enhebro en el tiempo tenía un propósito noble: todos dentro, la convivencia entre todos y la gobernabilidad de Catalunya singularmente en primer lugar, que será fruto del acuerdo entre diferentes.

Si se aceptara el hilo de la mayoría de la M-30, ¿qué incentivo puede tener, la militancia de ERC en dar su sí a un acuerdo de investidura a Salvador Illa si lo de los indultos y la amnistía fueron por puro interés? ¿Si no hay visos de continuidad para que se concreten, por ejemplo, en un acuerdo fiscal y plurinacional? ¿Qué sentido tendría todo lo que empezó hace 6 años tras la moción de censura contra el PP? Si no hay ningún proyecto común, la repetición electoral en Catalunya para el 13-O tiene su lógica. Ahora bien, eso implica optar, tarde o temprano, porque una mayoría de derechas, uninacional, gobierne en España y que entonces ya no haya una aritmética que permita las reformas plurinacionales que hoy sí serían plausibles. Pero, ¿de verdad, que no hay una agenda común PSC-ERC?

PSC y ERC deberán concretar en julio una propuesta sólida, ilusionante y realizable

Situémonos en el escenario que siempre hemos defendido en estas páginas: amnistía por convivencia o convicción. La amnistía siempre fue el punto de partida y nunca el final del trayecto. Catalunya y el resto de España necesitan reformas profundas. Y aquí hay dos paralelas: la legislatura en Madrid y la legislatura en Barcelona. Y, miren, quién deje caer la mayoría actual en el Congreso será el responsable de su propia regresión electoral, porque no podrá asegurar con el nuevo escenario que su posición de negociación con el Estado mejore sustancialmente. Y sucede exactamente lo mismo en el Parlament. Todo ello en un contexto de “futuro terror “con una ultraderecha poderosa, como vimos ayer en Francia, con Donald Trump avanzando hacia la victoria en su particular planeta y con Alianza Catalana pudiendo duplicar diputados.

¿Le interesa a Junts realmente volver a forzar la repetición electoral a cualquier precio? ¿Y a ERC, perder su autonomía y su posición negociadora con el PSOE-PSC? Si se va a nuevas elecciones será porque se cumplen dos premisas: la primera, el PSC, en preacuerdo con ERC, no habrán sido capaces de seducir con una propuesta ambiciosa a la militancia de los republicanos. Y la segunda, que Junts y ERC son capaces de pactar una lista única con el apoyo de ambas bases. ¿Lo ven viable? La teoría continúa con esa coalición ganando en votos y escaños al PSC para pedirles luego la abstención a cambio de pactar la legislatura y los presupuestos en Madrid. ¿Creen que las bases socialistas se abstendrían?

Éste tsunami que tenemos delante merece una reflexión honesta: la militancia de un partido nunca es el seguro de vida de otro. Esto lo aprendió el PP en las primarias que venció Pedro Sánchez a Susana Díaz en 2017 y esas barbas remojadas no debería olvidarlas Junts cuando piensa en las de ERC. Uno puede pensar que domina las bases, suyas o ajenas, pero las bases mandan. Seducirlas es el único camino.

Habrá investidura de Illa si la militancia de Esquerra la aprueba. Y para ello, PSC y ERC deberán concretar en julio una propuesta sólida, ilusionante y realizable, un nuevo status para Catalunya que hasta despierte el interés de buena parte de la militancia de Junts. Porque lo de la moción de censura, los indultos y la amnistía tiene que continuar con una gran propuesta de convivencia, sin miedos, a través de un acuerdo fiscal y plurinacional.

Seamos sinceros: el “pacto fiscal”, con todos sus matices, siendo una demanda legítima que ya le expuso Artur Mas a Mariano Rajoy en 2012, no es lo que motivó que, por momentos, casi 5 de cada 10 catalanes estuvieran dispuestos a votar su salida de España. La “financiación singular”, por sí sola, no resuelve la demanda de los catalanes de prestigio del catalán y de ser reconocidos como nación, la frontera prohibida. No veo sinceramente ninguna legislatura en peligro si se actúa con claridad, asumiendo el país que ya somos como en la votación en León de hace unos días. Fue amnistía por convivencia. Y la amnistía implica cruzar el Rubicón.

Nex Week

La carne en el asador

Falla Enmannuel Macron, falla Joe Biden y sin lo plurinacional como proyecto solo es cuestión de tiempo que la mayoría de derechas coagule en España, aunque sean tres formaciones. Ganando la batalla política la derecha a la izquierda al margen del viento internacional, que hoy por hoy es favorable a los conservadores. Lo plurinacional es la carne en el asador que permitirá al Gobierno y sus socios reescribirse sobre sí mismos, dando sentido de continuidad a estos 6 años. Se necesita, eso sí, deportivamente hablando, “talento plurinacional”.

El ojo de halcón

La 18: León

La moción que votó hace unos días la Diputación de León nos explica el país que somos. Hace 40 años los ciudadanos de León quisieron poder votar ser autonomía y lo siguen queriendo. Sería la 18 Comunidad Autónoma. Merece no solo nuestro máximo respeto como ejercicio democrático, sino que recordemos las palabras de Anselmo Carretero en 1987, padre del concepto “nación de naciones” para España: “Castilla y León es un absurdo invento que mata la identidad de dos pueblos”. La perestroika, claro que también era esto. Implica a toda España.

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